DEFINICIÓN INSTITUCIONAL

El Instituto San Miguel es un centro educativo católico que promueve la formación integral de sus alumnos basada en el amor personal por cada uno de ellos. En nuestro ideario se señala un modelo educativo dando coherencia a una propuesta pedagógica de calidad y colaborando en el proyecto personal de vida y a su vez expresando el estilo profesional y evangelizador de nuestra institución.

Como Establecimiento Educativo Católico, punto de encuentro entre la Fe, la Cultura, la Ciencia y la Vida, nos abocamos a la tarea de preparar a los jóvenes y adultos para Pensar, Querer y Actuar según el Evangelio, transmitiendo una concepción específica del mundo, del hombre y de la historia.

Es por ello que la Misión de nuestra escuela es: llevar a cabo el pleno desarrollo de la persona, mediante un proceso dinámico e integral que permita al educando una justa inserción en la familia y el mundo y en sus relaciones sociales, morales, religiosa, laborales, educativas, económicas y políticas a la luz del Evangelio.

NUESTRA FINALIDAD

La educación en el Instituto San Miguel propiciará:

• La formación ética del educando y el desarrollo de su marco axiológico, promoviendo valores como: la dignidad humana, el sentido de responsabilidad, el sentido de solidaridad, cooperación y aprecio a la comunidad, el desarrollo de la propia conciencia.
• El perfeccionamiento de sus capacidades intelectuales, corporales, psico-afectivas, estéticas, artesanales y espirituales.
• La integración de los conocimientos en su ambiente cultural.
• El desarrollo de sus potencialidades, para dinamizar su relación con el medio, la comunidad, su tierra y el mundo.
• El desarrollo adecuado de su autoestima a fin de facilitar la activación de procesos psicológicos.

PERFIL DEL EDUCANDO

Educador y educando se hallan comprometidos en una tarea común, recíproca y complementaria.

El educando debe percibir que es miembro de un empeño común (familiar, escolar, ciudadano) tendiente a un claro objetivo de convivencia más elevada, pero que, en los intentos educativos, se lo reconoce a él como protagonista por cuanto se organiza todo para que él lo sea: nadie vivirá por él su crecimiento como persona. Por eso lo principal no está en las cosas, sino en su interioridad: sus vivencias y elaboración de experiencias, sus actitudes, sus valores y proyectos existenciales para crecer y desarrollarse a partir del fundamento divino de su humanidad, o sea como imagen y semejanza del mismo Dios.